COACHING EDUCACIONAL E INTELIGENCIA EMOCIONAL

Con el pasar de los años, día a día me doy cuenta que, si todo lo que hoy he aprendido y enseño, me lo hubiesen enseñado de pequeña, o  en la adolescencia, mi vida y la de muchos sería completamente distinta.

De acuerdo al Dr. Bruce Lipton, la neurociencia sostiene que desde la concepción, y hasta los 7 años, los seres humanos grabamos la mayor cantidad de creencias que van a estar gobernando el resto de nuestra vida,  y a estas creencias las tomamos del entorno en el que crecemos. 

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Si en esta etapa, y el resto de los momentos de aprendizaje que los jóvenes llevan adelante, reciben información relacionada con el objetivo último de responder ¿Quién soy? ¿Para qué estoy? ¿A dónde voy? y ¿De qué manera? podríamos ahorrar mucho camino en la adultez, y tener jóvenes más conscientes de sí mismos y más felices.

Creo que este es el fin último de nuestro estadio en este mundo.

Con este proceso de coaching educacional e inteligencia emocional, aspiro a que muchos puedan tener herramientas desde sus primeros años de vida, que los lleve al desarrollo de la Inteligencia Emocional.

Muchas veces las personas tienen actitudes de las que no son conscientes, que afectan tanto su vida privada como pública. La facilidad para tomar consciencia de qué es lo que inspira a tener esaI actitudes, de algún modo se vincula con la Inteligencia Emocional, y hace al auto conocimiento de una persona.

Cuando hablo de “Inteligencia Emocional” me refiero a la actitud que la persona puede adoptar como reacción a las situaciones que experimenta. Tal como lo plantean Ovejero Bernal “las actitudes están muy estrechamente relacionadas con las conductas. Lo que realmente interesa modificar es la conducta, pero creo que a ello lo conseguiremos modificando primero las actitudes.

El cambio de actitudes se concibe, no sólo en la investigación psicosocial, sino también en la vida cotidiana, como un significativo punto de partida para modificar la conducta”. (Ovejero Bernal, 2007, pág.: 153).

Para Daniel Goleman, la Inteligencia Emocional es “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”. (Goleman, 2000, pág.22).

          Si consideramos, como ya se dijo más arriba, que las actitudes representan, de algún modo, esa posición que el individuo puede adoptar con respecto a los demás y a los acontecimientos del mundo, podemos pensar el nivel de desarrollo de la Inteligencia Emocional como uno de los factores que influyen en dichas actitudes.

     Existen 5 componentes de desarrollo de la Inteligencia Emocional según Daniel Goleman, agrupadas por él en “habilidades intrapersonales” por un lado, y en “habilidades interpersonales”, por otro.

     Dentro del primer grupo incluye las tres siguientes dimensiones: 1) “Autoconciencia”, definida como la capacidad de reconocer y entender los estados de ánimo, emociones e impulsos propios, así como su efecto sobre los demás; 2) “Autorregulación”: capacidad para controlar o redirigir los impulsos negativos o el mal humor, propensión a no tomar decisiones apresuradas, a pensar antes de actuar;  3) “Automotivación” entendida como la pasión por trabajar por razones que van más allá del dinero o el estatus y la tendencia a luchar por los objetivos con energía y persistencia.

     Por su parte, dentro de las “habilidades interpersonales” reúne 1) “Habilidades Sociales” relacionadas con la competencia en el manejo de relaciones y la creación de redes sociales, capacidad para encontrar puntos comunes y estrechar lazos y, 2) “Empatía” como aquella aptitud para entender el “maquillaje” emocional de otras personas, habilidad para tratar a las personas en función de sus reacciones emocionales. (Goleman, 2004, pág.7).

    De algún modo, Daniel Goleman acuñó el concepto “Inteligencia Emocional” para referirse a la manera asertiva con la que las personas pueden llevar adelante mejores relaciones intrapersonales como interpersonales, conceptos que a la vez se retroalimentan entre sí, poniendo de manifiesto la importancia de relacionarse primero con uno mismo, para poder relacionarse mejor con los demás.

     Para el desarrollo de la “Inteligencia Emocional” aquí se parte de la premisa de que el ser humano es un ser cambiante y susceptible de adquirir nuevos aprendizajes y que, por ello en este caso mediante el autoconocimiento que suministra el “Eneagrama” y su combinación con el Coaching, puede facilitarse la adopción de nuevas actitudes que impliquen un mayor desarrollo de la Inteligencia Emocional.

     Al hablar del Eneagrama como variable de desarrollo de las nuevas actitudes que hacen a la Inteligencia Emocional, me refiero a una sabiduría de autoconocimiento que, en términos de Helen Palmer, es una “Antigua enseñanza Sufí que distingue nueve tipos distintos de personalidad, su relación al aprendizaje puede sernos útil para conocer nuestro propio tipo de personalidad y el modo de afrontar nuestros problemas, comprender a nuestros compañeros de trabajo, pareja y amigos...”. (Palmer, 2013, pág. 19).

     Lo que tiene de relevante el Eneagrama, como sabiduría de autoconocimiento, es que reconoce al ser humano como un ser dinámico y cambiante y muestra pautas específicas por donde se puede transitar para alcanzar los resultados buscados.

      El concepto de coaching se refiere a un tipo de entrenamiento, viene de una práctica antigua, es una forma de coaching que se desarrolló en los deportes, donde un individuo, "el coach", toma a otro individuo y lo lleva, mediante conversaciones, a desarrollar nuevas habilidades que, por él mismo, estaba siendo incapaz de alcanzar.

    El modelo de coaching ontológico reconoce la existencia de la noción de "observador", sosteniendo que existen tantos observadores como personas en el mundo, y nos da herramientas genéricas para el aprendizaje y la expansión del observador.

Nos ayuda a aproximarnos a características comunes para reconocer los tipos de observadores que podemos llegar a ser.  El Eneagrama viene a aportar al coaching  la posibilidades de reconocer, de acuerdo a cada tipo de personalidad,  la existencia de observadores específicos, donde a partir del autoconocimiento y la posibilidad de conocer mejor a los demás, podemos tener efectos directamente sobre la relación con nosotros mismos y con los otros.

Es por esto que de la mano de estas herramientas, pretendo acercar a los estudiantes y docentes, diversas maneras de desarrollar su Inteligencia Emocional y ser protagonistas de su propia vida, ya que a partir de mi investigación doctoral sobre Coaching con Eneagrama, y su efecto sobre las competencias interrelacionales y la Inteligencia Emocional, estoy observando el efecto positivo que tiene sobre la vida de las personas.

Si bien hoy la investigación que llevo adelante es en organizaciones, creo que llevarlo a los docentes y alumnos, puede acarrear importantes resultados que van a impactar directamente sobre la sociedad.

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